Esta es la última semana que paso en pediatría, ha sido
una semana demasiado corta ya que dos días han sido fiesta.
Como siempre, empezamos en extracciones de 8 a 9h
acomodándonos en la sala de curas. La semana ha sido bastante tranquila, el
número de pacientes que ha pasado por el centro de salud ha sido menor, pienso
que ha podido ser que muchos pacientes han decidido hacer un largo puente
porque muchos no han acudido a sus citas.
Mi semana ha sido de lo más normal, como todas las anteriores he pasado consultas de enfermería pediátrica según marca el programa del niño sano. Todas son como siempre controlando el peso, la talla y el perímetro craneal del niño. Estos días he tenido dos casos que me han llamado mucho la atención. El miércoles tuve una niña que me llamo mucho la atención, era una niña de 15 meses de bajo peso, padece una enfermedad que aun no le han diagnosticado, tiene vómitos después de la comida, como si de un reflujo gástrico se tratase pero no es eso. Le están haciendo pruebas pero todavía no tienen nada claro. La madre es una chica joven de aproximadamente unos 28 años que está en trámites de separación. El problema en el que se encuentra esta madre es increíble, cuida de la niña sola porque el padre no quiere hacerse cargo. La carga emocional del problema es mucha y la pediatra y el enfermero la apoyan muchísimo, yo no la había tratado con anterioridad por lo que no sabía que se debería hacer en estos casos.
El jueves hicimos el control a un niño que tenía 6 años, padecía un trastorno de
conducta. Estaba siendo tratado por
psiquiatras infantiles en una clínica fuera del centro de salud. La madre nos
explica que el niño ha vuelto a estar como al principio, que con la medicación
mantenía la compostura y mejoraba, pero que desde que le habían quitado la
medicación los brotes habían vuelto a aparecer. Estos brotes nos los explica la
madre como que el niño enloquece, que comienza a gritar, a correr sin mirar y
que tiene miedo de que le puedan dar en la calle y pueda ser atropellado por un
coche o algo por el estilo.
En la consulta el niño tiene un comportamiento ejemplar,
acata las órdenes que le damos y colabora en todo momento.
Por otro lado, en un rato libre que he tenido he podido
acompañar a otra enfermera para hacer una extracción de tapones de cerumen de
la oreja, yo nunca lo había visto, pero aun así me ha dejado a mí hacer la
técnica. Según protocolos se utiliza un otoscopio, una batea, una jeringa para
lavado de oídos (Jenny), agua tibia, paño desechable y guantes. Nosotras en vez
de utilizar una jeringa de Jenny utilizamos una jeringa normal de 20 ml, la
enfermera me explica que con la primera jeringa hay que hacer mayor fuerza y es
mas incomodo, así que yo sigo sus instrucciones. Extraemos los dos tapones de cerumen que se
encontraban en ambas orejas. La enfermera me explica que debemos tener cuidado
porque el paciente se puede marear, pero este no es el caso, la paciente se
encuentra en perfectas condiciones y nos agradece mucho que “le hayamos hecho
volver a oír”.
En cuanto a competencias desarrollo la mayoría de estas
que se encuentran desarrolladas en las 3 categorías como he ido explicando con
anterioridad en otros diarios.
Bibliografía:
PROTOCOLO DE EXTRACCIÓN DE TAPONES DE CERUMEN MEDIANTE LAVADO ÓTICO EN ATENCIÓN PRIMARIA . Servicio Madrileño de Salud. Comunidad Madrileña.
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