Adiós al centro de salud...
Hoy ha terminado nuestra estancia en el centro de salud.
La verdad es que la semana ha sido de lo más normal, he pasado consulta con mi
enfermera Roser, he hecho curas, he estado en extracciones, he hecho
domicilios, y además he ido a realizar la campaña de vacunación contra la gripe
a una residencia de ancianos.
El día más interesante de todos para mí fue el martes,
ese día a mi enfermera y a mí nos tocó en incidencias y recibimos un aviso de
una urgencia a domicilio. Se trataba de una monja de la residencia de ancianos
donde el viernes iríamos a vacunar, nos comunicaron que tenia dificultad para
respirar ya que tenía una insuficiencia respiratoria. Preparamos el maletín, cogimos
el aparato de tensión, el aparato de glucemia, el saturimetro, urbasones,
guantes y todo lo que iba incluido en el maletín de la sala de urgencias.
Montamos en la ambulancia y recorrimos el pueblo a gran velocidad. Al llegar a
la habitación la mujer se encontraba tumbada en la cama, mientras la médica la
oscultaba yo le tome la tensión y puse el saturimetro en la otra mano. La
primera impresión mía al tocar a la señora era que estaba muy caliente por lo
que se lo comunique a la enfermera, ya que fui yo la primera que entre en
contacto con la paciente. La decisión de la doctora fue el traslado al Hospital
de Manises, por lo que los camilleros la trasladaron hasta la ambulancia. En
los dos casos que he salido en ambulancia he disfrutado y me intentado imaginar
que me iba a encontrar. Me encanta recibir un aviso, montarme en la ambulancia
y empezar a pensar que me voy a encontrar, que podría hacer yo, intento
recordar todo lo que he dado sobre esa enfermedad o problema en la carrera,
etc.
Además, esta semana he terminado de recoger toda la información
que necesitaba para mis trabajos. Preguntándole a enfermeros que llevan casi 20
años en el centro de salud.
Para finalizar con el último de los diarios reflexivos de
atención primaria, me gustaría destacar, que en un principio no me sentía a
gusto ni útil en el centro de salud, la primera semana fue bastante deprimente
ya que la mayoría de los enfermeros no nos hacían ningún caso y pensaban que no
sabíamos hacer prácticamente nada. Pero tras estos dos meses ha cambiado mucho
la situación, me veo muy integrada y que me he hecho a todos y cada uno de
ellos (exceptuando a un enfermero que no voy a nombrar). Todos cuentan conmigo,
me piden que les ayude a hacer las cosas, o incluso me dejan hacer muchas de
estas cosas sola. Además mis dos enfermeros de referencia que me han
enseñado muchísimo y se lo he agradecido de todo corazón, serán para mí un
ejemplo a seguir en el caso de trabajar en un centro de salud, también he podido
aprender del resto. Los enfermer@s son de todas las edades y cada uno tiene una
forma distinta de pinchar, de curar, de interactuar con el paciente debido a su
experiencia y servicios anteriores y de todos ellos me llevo un poquito.
Al principio
pensaba que el centro de salud iba a ser aburrido y monótono y estaba
totalmente equivocada. He podido comprobar que en ocasiones muchas cosas eran
iguales, pero a la vez diferentes, cada paciente es un mundo y cada uno es un
caso a seguir. Además el trato con el paciente de una manera tan cercana me ha
hecho madurar tanto personal como profesionalmente. He aprendido que en esta
vida siempre habrá contratiempos y pacientes que sean más agradecidos y otros
que lo sean menos aunque tú pongas todo lo que puedas y más de tú parte, pero
por eso no nos debemos de deprimir, siempre valdrá más un agradecimiento de
corazón, una sonrisa, una buena cara, un cumplido, que todas las malas caras o
frases inoportunas de los demás. A mí personalmente, por mucho que un paciente
me dijese que era joven, que haber si sabia pinchar, etc. aunque en ese primer
momento me sintiese cabizbaja, un simple cumplido de otro de ellos me hacía
sentirme feliz y la mejor persona del mundo, porque sabía que todo lo hacía de
corazón.
Aquí me despido de mi estancia en atención primaria, me despido de las consultas a domicilio, de las extracciones a primera hora de la mañana, del abucasis, de los NADAS, de los NIC, del sintrom, del aparato de tensión, de la bascula, de las vacunas... Solo espero que en un futuro pueda trabajar en un lugar como este con profesionales
como los que he tratado ya que han hecho que mi tiempo aquí haya sido de muy
buen provecho.
Sólo la alegría es garantía de salud y longevidad.
Santiago Ramón y Cajal
Santiago Ramón y Cajal
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